Crónica de una historia repetida: el trauma psicológico que ahoga a Alajuelense en instancias finales

M.Sc. Carlos Bustamante Blanco
Miembro de la Comisión de Psicología del Deporte del Colegio de Profesionales en
Psicología de Costa Rica
Docente UCR

En el fútbol, como en la vida, los traumas o fantasmas que no se enfrentan y se
resuelven, tienden a volver. Alajuelense es fiel testigo de ello, dado que, a pesar de llegar
con consistencia, en dos ocasiones invicto a fases regulares del campeonato nacional, de
ser un equipo sólido, competitivo y con el mayor puntaje, cuando compite en la final, la
pierde, es una herida emocional que después de este último campeonato quedó más
abierta que nunca.
No es casualidad, es el reflejo de un fenómeno conocido en la psicología como profecía
autocumplidora. El problema no es físico ni táctico, es completamente mental.
Son muy llamativas las críticas hacia la institución rojinegra cada vez que concluye una
final en los últimos años, se centran casi exclusivamente aspectos técnicos, dirigenciales
y de actitudes de los jugadores, pero pocas veces se apunta a lo esencial: la mente del
deportista.
La salud mental del grupo está caída para esas instancias, es un monstruo de mil
cabezas que los acecha cada vez que se llega a ese contexto… La FINAL. Es un
fantasma que carcome completamente la confianza.
Lo más preocupante para sus seguidores es que esto ya no es la excepción, es su
identidad, su cultura organizacional, su ADN.
¿Qué está ocurriendo en el plano mental de estos deportistas cuando se acercan los
momentos decisivos?
Los eventos recientes marcan una cronología emocional que explica parte del presente:
Después de tres subcampeonatos seguidos en los torneos de verano e invierno 2015, y
verano 2016, Alajuelense regresa a una final en: – – – – – –
Apertura 2019: año del centenario, con mejor rendimiento deportivo pierde la final
contra Herediano. Un golpe emocional en una fecha simbólica.
Clausura 202: invictos en la fase regular, y tras un solo partido perdido, el decisivo,
se quedan sin el título. Un escenario demoledor, una campaña perfecta perdida en
la semifinal contra su archirrival.
Clausura 2022: sin palabras… en el imaginario colectivo de Costa Rica,
Cartaginés no puede salir campeón, perdió la final con el equipo que no se puede
perder una final… lapidario.
Apertura 2023: pierde la final contra Saprissa
Apertura 2024: pierde la final contra Herediano, demostrando en rendimiento por
puntaje ser el mejor
Clausura 2025: ¿qué equipo llega al último partido siendo invicto y lo pierde?
Solamente uno que está roto mentalmente
Estos episodios tienen la herida abierta, y después de perder el último partido contra
Herediano, más abierta que nuca. La historia es circular decía el famoso escritor Gabriel
García Márquez.
Cuando un deportista o un equipo tiene historias recientes de éxito deportivo, su nivel de
autoconfianza aumenta, su concentración y energía fluyen, tienen una sensación de logro
que les sirve para competir en instancias finales. De manera contraria, cuando hay varios
y continuos fracasos, la confianza se diluye.
El acompañamiento psicológico en el deporte de alto rendimiento no debe ser una
intervención reactiva, sino un componente esencial del entrenamiento. Se requiere
trabajar esa herida, verbalizarla, tratarla y preparar al equipo mentalmente para las
instancias finales, resignificar ese pasado para cortar de raíz los ciclos de derrota en las
instancias finales, gestionar emociones, construir resiliencia a nivel personal y grupal,
generar la cohesión de equipo y la concentración máxima.
En conclusión, Alajuelense tiene el talento, tiene el CAR, toda la estructura disponible,
pero lo que no tiene, es reconocer que arrastra un trauma deportivo que ya no se resuelve
con discursos de motivación, cambios de entrenadores u jugadores o análisis tácticos
profundos.
La liga es un equipo que viajó en un autobús y sufrieron un accidente en la carretera
llamada FINAL, que les dejó heridas profundas, y cada vez que vuelven a pasar por ese
lugar los niveles de ansiedad y estrés aumentan de forma significativa, por que el miedo a
perder es real, ya es costumbre, ya es identidad, ya es su ADN.

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