Este sábado, Liga Deportiva Alajuelense visitó el Ricardo Saprissa y logró una victoria clave: 1-0 sobre el Monstruo, rompiendo una racha de más de cuatro años sin ganar en Tibás. Un golpe contundente que agrava la situación de Saprissa y fortalece la moral manuda.
El duelo arrancó con una intensidad clásica: mucho roce, exigencia física y sin demasiadas ocasiones claras en el primer tiempo. La más nítida fue un cabezazo de Ariel Rodríguez apenas a los 5 minutos, desviado por un Washington Ortega inspirado.
Alajuelense mostró ambición: no se metió atrás sino que buscó incomodar, con participación ofensiva de jugadores como Anthony Hernández, Alejandro Bran, Jeison Lucumí y Kenyel Michel, aunque sin mucha efectividad en el último cuarto de cancha.
El gol llegó temprano en el segundo tiempo, al minuto 51. «Pikachu» Anthony Hernández puso el 1-0 con zurda tras un recorte en el área y asistencia de Lucumí. Con la ventaja, Alajuelense controló los tiempos y echó el cerrojo. Saprissa, ya en modo emergencia, volcó su esfuerzo hacia adelante. Kenay Myrie tuvo una gran oportunidad de cabeza, pero Ortega respondió una vez más, y el 1-0 se mantuvo hasta el final.
La derrota ante Alajuelense llega en mal momento: apenas días después de una eliminación estrepitosa en la Copa Centroamericana ante Motagua de Honduras, el Saprissa refuerza la sensación de un equipo que no sabe cómo reaccionar.
La afición, que ya había sentido el golpe continental, ahora lo vive con rabia e impotencia: el Monstruo perdió la garra. Sin embargo, desde la dirigencia morada se insiste en que no existe tal «crisis». Mientras tanto, el equipo se ve desangelado, sin fútbol, sin respuestas y sin esa mística imborrable que lo caracterizaba. El Ricardo Saprissa Aymá ya no intimida.
El fantasma de la crisis ronda la grada, un murmullo de la afición que exige cambios y respuestas. Pero mientras la cúpula directiva siga en negativa, el monstruo se seguirá ahogando en su propio silencio.